sábado, 22 de noviembre de 2008

Idilio Post Mortem




Le escucho.
Descifro en el silencio de mi cuerpo,
El luto infame que cubre mis caderas,
Mi vientre poblado de tumbas,
Cruces como estandartes coronan la necrópolis,
Me despierto abruptamente,
Practicando la necrofilia voraz, amarga, eterna,
Sexo entre muertos,
Baile de fermentos y larvas corrompidas,

Y muero otra vez,
Igualmente muero, entre tus cadavéricas manos,
Sobre el difunto que más he llorado,
Cubierta de brunos ropajes,
Orgásmica, perpetua…

Los féretros acuosos,
Admiten nuestra danza genital,
Los roces, se nos desprende la piel,
Te adoro, te deseo,
Mientras nuestros armazones se derrumban,
Mientras nos envuelve el orgasmo más eterno,

Y tus labios no están carnosos y rojos,

Me desarma la muerte,
Sin antes sucumbir al placer de amarte,

Este es el deseo inmenso de mi cadáver ya vejado por el tiempo,
Mi cuerpo extraño se quedo callado,
Se quedo en tus gritos, tu clímax,
Se quedo mirando tu agonía,
Se durmió pensando que eras eterno.

Somos tierra y hierro…

Zara Bahdí