lunes, 15 de marzo de 2010

Conventillo Esperanza





Hay parte de mi,
en el conventillo,
entre Libertad y Esperanza,
bebo un líquido dorado,
que remece el alma púrpura,
y da olvido a los hilos y nervios,
donde tiendo la carne reseca del pasado,
la miel que no lubrica,
y la abeja que sueña en parir la calma cerebral,
no me aparece como lunar,
ni como respiración,
desconfiguración mental.

Deberías aprender a amar,
debería aprender a amar,
SE ARRIENDA UNA PIEZA,
de mi corazón,
con una cama
y una mesa llena de sueños,
una taza de café con música tranquila de mañana,
comida de gatos,
que ningún gato come,
mansiones vacías de cordura,
departamentos como nichos,
cuidándole la muerte a los amantes...

la sangre...la sangre de la sangre...

Deberías nacer de nuevo,
debería dejar que murieras,
extraño los escenarios escamados
de los papeles protagónicos
de los actores y sus películas de terror,
estoy lejos,
una cama distinta,
y un río limpio,
donde se baña la ira y el miedo,
que heredé de un pariente lejano.

Zeta Be